La cirugía expone el potencial de la impresión de órganos en 3D para crear otras partes del cuerpo.
En lo que representa una innovación médica, un grupo de galenos utilizó partículas de plástico y una impresora láser de tercera dimensión para crear una tráquea y salvar la vida de un niño que solía dejar de respirar casi a diario.
Este es el avance más reciente del creciente campo de medicina regenerativa: crear partes del cuerpo en el laboratorio.
En el caso de Kaiba Gionfriddo, los médicos no tenían segundos que perder. Debido a un defecto congénito, la tráquea del bebé de Ohio se colapsaba, lo que detenía su respiración y, frecuentemente, su corazón.
Médicos en Michigan realizaban investigaciones sobre tráqueas artificiales, pero no le habían implantado una a un paciente.
En un solo día, "imprimieron" cien tubos diminutos con láseres guiados por computadora para apilar y fusionar delgadas capas de plástico en varias formas y tamaños.
Al día siguiente, con permiso especial de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de EE.UU., implantaron uno de los tubos en Kaiba, el primer procedimiento de su tipo realizado en el mundo.
De pronto, el bebé cuyo padre afirmó que “no creía que fuera salir del hospital”, por primera vez respiraba normalmente. Fue intervenido el año pasado a los tres meses de vida y ahora tiene casi 19 meses de edad. No ha vuelto a presentar nuevas crisis respiratorias.
"Ahora es un niño muy sano", dijo el pediatra otorrinolaringólogo Glenn Green, del Hospital Pediátrico C.S. Mott en la Universidad de Michigan, donde se realizó la operación. La intervención se describe en la gaceta de medicina New England Journal of Medicine de este 23 de mayo.
Expertos independientes reconocieron el trabajo y potencial de la impresión en tercera dimensión para crear más partes del cuerpo y resolver necesidades médicas.
Hasta ahora sólo algunos adultos han tenido trasplantes de tráquea, casi siempre para reemplazar las que destruyó el cáncer. Esos órganos provienen de donadores muertos o se hacen en laboratorio algunas veces a partir de células madre.
El plástico está diseñado para degradarse y ser absorbido gradualmente por el organismo luego de tres años conforme se genere tejido sano para reemplazarlo, explicó Scott Hollister, el ingeniero biomédico que dirigió el trabajo.
Este es el avance más reciente del creciente campo de medicina regenerativa: crear partes del cuerpo en el laboratorio.
En el caso de Kaiba Gionfriddo, los médicos no tenían segundos que perder. Debido a un defecto congénito, la tráquea del bebé de Ohio se colapsaba, lo que detenía su respiración y, frecuentemente, su corazón.
Médicos en Michigan realizaban investigaciones sobre tráqueas artificiales, pero no le habían implantado una a un paciente.
En un solo día, "imprimieron" cien tubos diminutos con láseres guiados por computadora para apilar y fusionar delgadas capas de plástico en varias formas y tamaños.
Al día siguiente, con permiso especial de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de EE.UU., implantaron uno de los tubos en Kaiba, el primer procedimiento de su tipo realizado en el mundo.
De pronto, el bebé cuyo padre afirmó que “no creía que fuera salir del hospital”, por primera vez respiraba normalmente. Fue intervenido el año pasado a los tres meses de vida y ahora tiene casi 19 meses de edad. No ha vuelto a presentar nuevas crisis respiratorias.
"Ahora es un niño muy sano", dijo el pediatra otorrinolaringólogo Glenn Green, del Hospital Pediátrico C.S. Mott en la Universidad de Michigan, donde se realizó la operación. La intervención se describe en la gaceta de medicina New England Journal of Medicine de este 23 de mayo.
Expertos independientes reconocieron el trabajo y potencial de la impresión en tercera dimensión para crear más partes del cuerpo y resolver necesidades médicas.
Hasta ahora sólo algunos adultos han tenido trasplantes de tráquea, casi siempre para reemplazar las que destruyó el cáncer. Esos órganos provienen de donadores muertos o se hacen en laboratorio algunas veces a partir de células madre.
El plástico está diseñado para degradarse y ser absorbido gradualmente por el organismo luego de tres años conforme se genere tejido sano para reemplazarlo, explicó Scott Hollister, el ingeniero biomédico que dirigió el trabajo.
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