En el 25 aniversario de su inauguración por Juan Pablo II y la madre Teresa de Calcuta, Francisco visitó el martes la casa refugio para vagabundos situada en el Vaticano y saludó, una por una, a un centenar de personas: las Misioneras de la Caridad, presididas por la superiora general, Mary Prema; la veintena de mujeres sin techo que viven en la casa llamada “Dono de Maria”; el medio centenar de vagabundos que acuden cada día a comer, y unos cuantos voluntarios que ayudan en la actividad.
El encuentro tuvo lugar en el patio, y el Papa fue recibido por las Misioneras de la Caridad, “quienes le pusieron al cuello un hermoso collar de flores”, según relató el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi. Francisco dio las gracias a las hijas de Madre Teresa “porque con vuestro servicio cotidiano sois la mano de Dios que sacia el hambre de todo ser viviente, como dice el Salmo”.
La casa y su actividad, según el Papa, “es un fuerte acicate para todos nosotros, para la Iglesia y para la ciudad de Roma, a ser cada vez más una familia”. El afecto que se derrocha en el hogar para mujeres vagabundas y el comedor para hombres convierten la casa “en una luminosa transparencia de la caridad de Dios, que es un Padre bueno y misericordioso para todos”.«
«La música es el amor»
Francisco recordó que muchos de los vagabundos son víctimas pues “un capitalismo salvaje ha enseñado la lógica del beneficio a cualquier coste, la lógica del dar para obtener, de la explotación sin mirar a las personas…. ¡y el resultado lo vemos en la crisis que estamos viviendo!”.
Visiblemente feliz entre las Misioneras de la Caridad y los huéspedes del refugio, el Papa dijo que “la música de esta Casa es el amor”, y manifestó estar encantado de que “seminaristas de todo el mundo vengan aquí a realizar una experiencia de servicios. Los futuros sacerdotes pueden vivir así un aspecto esencial de la misión de la Iglesia”.
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